Fito la lía otra vez en su despedida

El pasado año tuve el placer de asistir en el Palacio de los Deportes, un 28 de diciembre, al primero de los dos conciertos que Fito y los Fitipaldis tenían planeados para aquél final de año en la capital. Este año, después de verle tocar con Calamaro en Getafe en julio, he vuelto a presentarme en el Palacio para asistir, esta vez, al cierre de una gira que ya alcanzaba el año y medio de duración.
Es ventajista apuntarse al carro de los que elogian a este músico bibaíno forjado en el más puro rock&roll y en las faldas del que fuera su productor por muchos años: Robe Iniesta, alma de Extremoduro que, este año recién estrenado, amenaza con volver a la carga al rebufo de su pupilo y otros tantos imitadores de medio pelo... Pero, aún así, me sumo al aplauso generalizado al buenhacer en los directos, al perfecto acople de la banda, a las excelentes mimbres reunidas entorno a Carlos Raya, esencial argamasa de la nueva formación fitipaldera, y a la magia que transmitieron hasta el último acorde dejando a la gente con la piel de gallina y a toda la banda con las lágrimas en los ojos y la mano en el corazón en muestra de cariño correspondido y agradecimiento...
Y como colofón al concierto, un pase VIP me dio la opción de meterme en la fiestuki privada de la banda, para conocer al telonero Kike González y al excelente batera José Niño Bruno, más majete que un San Luis. Fito no se dejó ver, pero como ni soy groopie ni mitómano me bastó recordar los últimos compases del concierto mezclados con la sobredosis acohólica de rigor para irme a sobar con una sonrisa y una nana que todos tardaremos mucho en volver a disfrutar en directo... Qué te voy a decir, si yo acabo de llegar...?